El rey Alfonso donaría una copa al club vencedor, de ahí su nombre Copa del Rey. De esta manera se podría presentar un único representante ante la FIFA, que no veía con buenos ojos esta división del fútbol español. A tal punto llegaba la cuestión que el Rey Alfonso XIII era el presidente de honor para la Federación, mientras que la Reina Victoria había capitaneado un trofeo de su disidente la Unión de Clubes.