”. Una hora después mi amigo abría la puerta blindada de esa oficina de los años 60 de la planta 18. Lo primero que vi fueron placas de falso techo rotas en el suelo, de esas baratas como de corcho. Y como para llevarle la contraria. La zapatería que siempre fue de su familia, y que hoy va por la cuarta generación, tenía que ser suya de verdad.